Recordamos las ganas que teníamos de volver a ver a nuestros amigos daneses durante el trayecto desde el aeropuerto de Copenhague hasta el instituto donde nos tenían que recoger.  Al llegar, nos recibieron con banderitas danesas, nos dieron un mapa de Roskilde y un horario de las actividades que íbamos a realizar en los próximos días.

Siempre recordaremos los impresionantes lugares que visitamos allí; sitios como la catedral de Roskilde, el precioso pueblo en el que nos encontrábamos y en el que también había un museo vikingo que visitamos y que contaba con barcos de la época que se podían ver amarrados al puerto. O como el extraño museo de arte, Louisiania, que fuimos a ver al cuarto día y en el que podías ver desde una colección de retratos de esquimales hasta una sala repleta de camas con una proyección en el techo. Otro de los edificios que visitamos fue el Kronborg Castle, por el que nos dieron una visita guiada y descubrimos que es un sitio mágico que te transporta a otra época con solo traspasar sus muros. Y por último, no nos podemos olvidar de la ciudad más turística de Dinamarca, Copenhagen. Una ciudad a la que todas las fotos de las postales la hacen justicia. El día que la visitamos también estuvimos en un sitio llamado Christiania, un lugar totalmente fuera de lo común y difícil de describir.

La diferencia que encontramos entre España y Dinamarca que más nos llamó la atención era que allí todo el mundo montaba en bicicleta. Las calles estaban llenas de ellas y había parkings específicos para poder aparcarlas.

La despedida no fue fácil, y no solo porque sabíamos que a la vuelta tendríamos que ponernos a estudiar, sino porque decíamos adiós a personas con la que habíamos forjado amistades y a una experiencia que nos hubiera gustado alargar el mayor tiempo posible.

En el avión de vuelta teníamos la sensación de que estábamos dejando atrás la vida que habíamos estado llevando por una semana para volver a la que es nuestra realidad. Creo que hablo por todos cuando digo que ese vuelo lo podríamos haber alargado unas horas más sin ningún problema, ya que viajábamos muy a gusto rodeados de nuestros compañeros.

No puedo terminar de redactar esta experiencia sin antes mencionar a las profesoras que nos han estado acompañando, Maricruz y Luisa, gracias por todo el esfuerzo que habéis hecho y por intentar que todo saliera lo mejor posible.